Albergue en Cusco. Machu Picchu.
SEIS OJOS ORIENTADOS
Seis ojos orientados con un cuerpo común que los une. Cada ojo como si se tratase de un camaleón mitológico, mira autónomo, independiente del resto pero configurando como resultado una visión única, una concepción única del lugar a través de esas seis imágenes superpuestas. Cuatro de los ojos están compuestas por habitaciones en dos niveles, de ellos, dos están formados por tres habitaciones por planta y son las piezas que miran a Machu Picchu y Huayana Picchu. Los otros dos cuerpos están formados por dos habitaciones por planta y se sitúan a ambos lados de los anteriores. En la parte central se ubican tanto las comunicaciones verticales del edificio como el espacio destinado para instalaciones. En los dos niveles más bajos se sitúa el espacio requerido para baños, y en la planta más elevada la cocina y recepción. El conjunto se completa con los otros dos ojos situados a la espalda del cerro Putucusi; el destinado a servicios del albergue y el que sirve para arropar la llegada a la cima del funicular. Estas dos piezas se resuelven en dos niveles y al igual que el resto se conectan en un nivel superior por los elementos de uso más público del programa; recepción, salón, terrazas-mirador, comedor.
CARÁCTER DE LA EDIFICACION
La situación de la parcela tiene como gran condicionante el de la topografía, pero quizás lo es aún más, el modo de enfrentarse a un escenario natural de esta envergadura, en el que la escala de referencia tanto con la propia naturaleza como con las huellas dejadas por el hombre en ella, debe tratarse con la conciencia del poder de la arquitectura como una de las actividades de expresión del ser humano más poderosas. Teniendo en cuenta estas premisas y aceptando responsablemente la condición monumental olvidada de la arquitectura, planteamos una edificación que sea coherente con el reto de construir en unas condiciones tan extremas. Así el edificio se posa como lo hace el arbolado que crece sobre sus laderas buscando el mejor modo para poder observar el espectáculo que se agolpa bajo sus pies. La privilegiada posición permite múltiples direcciones no siendo Machu Picchu el único foco donde dirigir nuestra mirada.